El regalo
En una tarde lluvia muy suave, Margarita, de unos nueve años, debía elegir un regalo para su maestra. Con la ayuda de su mamá había tejido un hermoso cuenco de colores para guardar el cristal.
Trajo sus ahorros, todas sus monedas!. Parecían no alcanzar para el tamaño de piedra que necesitábamos colocar en el cuenco.
Ella, ajena a todo esto, simplemente hizo lo que le pedí, miró todas las vitrinas y eligió varias piedras que le gustaban para su regalo.
Pero los niños tienen una mirada especial y las coincidencias mágicas suceden.
En un momento dado, Margarita dijo con entusiasmo:
-¡Aquí está!
Su mamá tomó la piedra que sólo a los ojos de un niño puede encontrar fácilmente.
Era una drusa de Cuarzo Cristal con puntas muy transparentes llenas de bellísimos arcoíris y del tamaño exacto del cuenco. Parecía que le cuenco había sido tejido alrededor de la piedra.
Para sorpresa mía y de su mamá, tenía un precio “viejo” por el cual sus monedas (que eran muchas) alcanzaron.
Y como de costumbre cada vez que un niño viene con sus ahorros, les cuento que con ese dinero compraré muchas piedritas y le devuelvo una moneda para que su alcancía no quede vacía, símbolo de la abundancia y prosperidad.